La contribución de este Programa a la formación intelectual del país y de su capital, es una alternativa que permite el acceso a la educación superior de una población que en el caso de Bogotá, según datos de la Dirección de Educación Media y Superior de la Secretaría de Educación del Distrito – SED, cubre un poco más de mil estudiantes de los colegios oficiales, lo que traduce que casi el 10% de los beneficiados se encuentran allí.
El Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico – IDEP hace una valoración al respecto, principalmente desde dos líneas:
La primera es que la asignación de recursos económicos aplicados de manera directa a los jóvenes de escasos recursos siempre será valorada socialmente como algo muy importante, porque estos jóvenes transformarán su vida. Tomando como base datos de estudios anteriores de la SED, se puede asegurar que cada peso que se invierte en educación retorna 7 veces al Distrito. Es que la incidencia de esta clase de programas, se da en la vida misma de cada beneficiado y en su entorno.
Sin embrago, puede decirse que con el número de beneficiados se margina a una gran cantidad de jóvenes respecto al número de graduados, solamente tomando en cuenta las cifras del Distrito Capital. No obstante, se debe calificar éste como un esfuerzo importante, aunque no suficiente, que podría de buena forma ser usado como pilotaje para ver el avance y los aspectos a mejorar, teniendo en cuenta los puntos de vista de todos los actores del sector.
La segunda mirada está enfocada a las condiciones particulares de “Ser pilo paga”, que podrían generar una situación adversa. Este programa solamente está dirigido a aquellos que son los mejores (su nombre mismo así lo califica), que es algo valioso desde la meritocracia pero que, desde la perspectiva del IDEP sobre el derecho a una educación sin limitaciones ni barreras, se ve como un obstáculo para que la educación superior llegue a aquellos que más lo necesitan.
Por lo general los programas que hacen estas focalizaciones, se ven obligados a buscar un mecanismo lo más objetivo posible para la asignación, pero “Ser pilo paga” particularmente entra en una contradicción, ya que los jóvenes que han sobrepasando muchas dificultades logrando culminar su educación hasta el grado once pero no han sido los más “pilos” de sus colegios o generaciones, no tendrán cobertura.
Para el IDEP, como entidad del sector Educación de la Bogotá Humana, que busca el bienestar sostenible de niños, niñas y jóvenes, es de vital importancia atender a ésta población brindándoles posibilidades de acceso que no se basen en las pruebas de estado, porque así quedará un alto porcentaje por fuera del acceso a los derechos sociales que tienen respecto a su educación, como elemento esencial de su dignidad humana.
Resolver este punto implica pensar en grande para que todo joven que desee continuar con su educación en las instancias superiores, que no tiene los recursos pero si la voluntad y el compromiso, sea apoyado por el Estado, convirtiéndose esta práctica en una forma de redistribuir la riqueza, y que la perspectiva de “Ser pilo paga” no sea la única forma.
En esta línea, al IDEP le parece importante considerar la modalidad de apoyo, porque aunque lo expresado en las campañas de promoción del programa sea que se “financia” una carrera en las mejores Universidades, la forma de condonación establecida puede constituirse en un problema para el estudiante y su familia porque si, por ejemplo, alguien inicia beneficiado y por determinadas circunstancias no puede continuar, se vería comprometido en una significativa deuda que en vez de ser un medio de superación de la pobreza como lo ha mostrado el Gobierno Nacional, se convertiría en la intensificación de sus condiciones sociales desfavorables.