El proyecto de trayectorias de aprendizaje de la profesora Elba Azucena Martínez, fue uno de los ganadores del Premio a la Investigación Educativa otorgado por el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP) en 2019. Hoy la reconocemos en el marco de la celebración del Día del Maestro 2020.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, alrededor del 10% de la población mundial, es decir 650 millones de personas, tiene alguna condición de discapacidad.
Una de las más comunes, según la organización, es la discapacidad intelectual (DI). Una condición que se desarrolla antes de los 18 años de edad y se manifiesta en niños y jóvenes con dificultades psicológicas, (como el aprendizaje, la resolución de problemas o la comunicación), o emocionales y físicas (como vestirse, ir al baño, pedir ayuda o usar el dinero).
Sin embargo, para Elba Azucena Martínez Cárdenas, una docente de matemáticas del colegio Tibabuyes en la localidad de Suba, más que una condición se trata de una situación que le ha hecho ver que todos sus estudiantes aprenden de maneras diferentes y que esta es una oportunidad para cerrar las brechas del conocimiento en su salón de clase.
En el año 2017, siendo maestra de matemáticas, la profesora Elba tuvo su primer estudiante con situación de discapacidad intelectual. Juan Diego Matallana, un niño con dificultades de lenguaje, dicción y baja capacidad para memorizar los conceptos básicos de su asignatura, a quien le habían diagnosticado déficit cognitivo moderado a sus siete años.
Ante las evidentes diferencias en el ritmo de su clase y las de Juan Diego, pero decidida a no aislarlo de la clase y de sus compañeros, optó por iniciar un proceso de flexibilización curricular para que, usando caminos distintos, Juan Diego llegara a aprender los mismos conceptos que los demás niños.
Conceptos que más allá de un cuaderno, le permitieran asumir actividades de la cotidianidad tales como jugar con unos dados, contar los productos en un supermercado o identificar cantidades a la hora de preparar una receta de cocina.
Muchas formas de llegar
Apoyada en sus conocimientos de licenciatura en educación básica y de maestría en educación matemática, Elba tomó 4 trayectorias básicas de aprendizaje, que todo niño debe transitar para adquirir conocimientos matemáticos: la subitización, que es la capacidad para reconocer cantidades sin necesidad de hacer conteo, la estimación, la comparación y las operaciones aditivas. Elba explica que estas habilidades se aplican en la vida diaria y en múltiples contextos desde niños hasta adultos.
Posteriormente descubrió que estas trayectorias, aplicadas a un proceso de aprendizaje con población con discapacidad intelectual, podía tener varios vacíos que impedían la comprensión y la práctica de estas habilidades en la vida diaria, por lo cual diseñó 18 niveles diferentes para afianzar estos conocimientos en todos los estudiantes, incluidos aquellos con déficit cognitivo.
“Encontré que entre una trayectoria y la otra había una trayectoria propia. Algo así como que todos aprenden lo mismo, pero su trayectoria puede tomar más o menos pasos. Cada uno transita a su ritmo”, afirma Elba, concluyendo que en resumidas cuentas es como ir hacia un mismo punto por diferentes caminos, dependiendo las capacidades del estudiante.
“El niño en el desarrollo de las tareas puede demostrar que tiene ya otros procesos en su mente incluso más avanzados que el resto. Se puede observar que Juan Diego todo lo integraba con conteo. Esto que estoy diseñando para el contexto escolar es algo nuevo”, precisa Elba.
A través de actividades, talleres, juegos y procesos para evaluar el avance en cada uno de los 18 niveles, Elba abrió la posibilidad de combinar temas, habilidades y conocimientos en todos sus estudiantes, y lo más importante de flexibilizarse a los procesos cognitivos en un proyecto de inclusión escolar que quiere ampliar y compartir.
El reconocimiento a su labor transformadora
Gracias al impacto positivo en su comunidad educativa, el proyecto de la profesora Elba fue premiado por el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP) en 2019, como una forma de incentivar procesos pedagógicos, en este caso orientados hacia la inclusión educativa.
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Un reconocimiento que, según ella, es la base para seguir creciendo e incluso adaptar este modelo a otras áreas del conocimiento. “Los currículos de enseñanza para profesores en América Latina en la mayoría de los casos no incluyen la diversidad, el contexto en el que se desarrollan. Esta podría ser una propuesta para que otros maestros la puedan aplicar”.
Esa es la misma vía hacia la cual quiere apuntar el IDEP en estos 4 años. Según el director Alexander Rubio, se ampliarán los incentivos y reconocimientos para que los maestros acudan a la investigación como una vía clara para transformar en sus comunidades educativas.
“Queremos que más profes se enamoren y se apasionen con lo que están haciendo, pero también puedan descubrir que, con sus mismas dificultades y necesidades, han podido hacer procesos con alto impacto en sus comunidades, en su país y en el mundo. Para eso vamos a trabajar fuertemente”, aseguró el Director.
¡La educación en primer lugar!